La remake de El hombre que volvió de la muerte tenía de ante mano que cumplir con dos principales objetivos, evitar la segmentación y lidiar con la carga de ser una “remake” de un clásico de la historia de la televisión argentina.
Y solo había una manera de lograr alcanzarlos, la calidad y en ese aspecto cumplió. Una fotografía impecable y un elenco de artistas de raza fueron muestras claras.
Desde el inicio se notó que la intención no fue adaptar, sino mejorar.
Esta versión mantuvo el estilo clásico del relato original, los personajes con rasgos estereotipados, las músicas icidentales acrecentando la tensión del momento, las voces graves, los ambientes tétricos… Solo se pudieron apreciar pequeños ajustes en el guión para convertir en contemporánea a la historia y lograr la complicidad del espectador actual.
Los actores se prestaron al juego. Diego Peretti demostró que puede ser indescriptiblemente violento cuando el personaje así lo exige y Nancy Dupláa puede mostrarse frágil. El resto del elenco bailó al ritmo de la historia y así Luis Machín pudo crear un científico caricaturesco, Ernesto Claudio el clásico inescrupuloso perdedor y Mario Pasik un villano de esos que se hacen honor al título. Y con cada pieza del engranaje actoral aceitada, la máquina era imparable.No hubo excesos de recursos ni pretensiones artísticas. La versión de Pol-ka de El hombre que volvió de la muerte resultó una segunda oportunidad para que este clásico regrese a la pantalla a todo color salvando el tiempo y las distancias. Y esta vez, la decisión fue un acierto.
FUENTE TELEVISION.COM.AR
13 de septiembre de 2007
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